Mario Casas: « Si tuviera el superpoder de escapar, desaparecería de alguna entrevista por miedo a meter la pata »
Mario Casas: « Si tuviera el superpoder de escapar, desaparecería de alguna entrevista por miedo a meter la pata »
Mario Casas abraza el papel de su vida en ‘Escape’, el nuevo e inclasificable thriller carcelario de Rodrigo Cortés donde la comedia negra le da vía libre para certificar su madurez como actor.
El rompecorazones que no podía volar. Hace tiempo que Mario Casas se quito ese sambenito de encima, el que le encasillaba en los taquillazos adolescentes y arrinconaba su proyección en la industria contra un muro que parecía infranqueable. La paradoja vino cuando su primera película como director, ‘Mi soledad tiene alas’ (2023), confirmó su deseo de echar a volar con una historia llena de alma y raíces que reflejaba esa pulsión, la del cine como arte y narrador de historias, que muchos prejuicios contra él habían soterrado.
Un año después de aquel viaje detrás de las cámaras, Mario Casas se reencuentra con la interpretación de la mano de Rodrigo Cortés, director de joyas como ‘Concursante’ (2007), ‘Buried’ (2010) o ‘El amor en su lugar’ (2021) que, en mitad del conformismo monotemático de la comedia española actual, da un triple salto mortal con tirabuzón y doble pirueta con ‘Escape’, una película inclasificable, de esencia ‘coeniana’ y producida por Martin Scorsese, donde Mario Casas compone el mejor papel de su carrera hasta la fecha en la piel de N, un tipo asediado por los traumas del pasado que desea, implora, entrar en la cárcel cometiendo todo tipo de delitos y altercados públicos. Delirante en su propuesta y fascinante en cómo la desarrolla, ‘Escape’ abona el terreno para que Mario Casas se luzca abrazando el humor negro y regalándonos un tour de force inolvidable con el « juez implacable » al que da vida José Sacristán al grito de « ¡La cárcel no es un hotel! ».
Hablamos con él de jotas aragonesas, del género Rodrigo Cortés, de los cambios físicos que preocupan a su madre, del Dios Scorsese y del Mario Casas que se cura las heridas a base de comedias. Abran paso y, sobre todo, no le corten las alas.
Hay algo en tu personaje, en N, que recuerda al autismo de Dustin Hoffman en ‘Rain Man’ (Barry Levinson, 1988): tics y gestos con los que un actor corre el riesgo de pasarse y arruinar un papel. ¿Cómo has controlado la parte más física de tu personaje?
Rodrigo Cortés es un director con una mente muy compleja y, para poder entenderle, le pregunté por algún referente que me ayudara a crear el personaje y abrazar la historia que él quería contar. Él me contó que en Ene había algo de la esencia de Buster Keaton y Charles Chaplin, de cómo se movían esos actores que no hablaban, sino que llegaban al espectador gesticulando, sin apenas mover la cara. Rodamos varias escenas en las que, gracias a tener esa referencia y a entender los lugares a dónde quería ir Rodrigo, empecé a jugar con N. Es cierto que en la novela de Enrique Rubio en la que se basa ‘Escape’, mi personaje es alguien con Asperger, pero quisimos huir de ese terreno y construir a N poco a poco, como nosotros lo veíamos y probando cosas en los ensayos: hablar lento, muchas pausas, gestos, tics…
¿Te costaba luego salirte del personaje?
No he salido todavía, en serio. Hay cosas de Ene que se han quedado conmigo. Cuando me pido una Coca-Cola o un café con hielo, espero a bebérmelo todo y luego muerdo los hielos para comérmelos, como hace el personaje en varios momentos de ‘Escape’. Rodrigo me dejó jugar con el personaje, volar y tirarme al precipicio, a la piscina. Perdí mucho peso y durante las 12 horas que duraba el rodaje estaba constantemente en personaje y, si decían “¡Corten!”, no me salía de él, porque requería mucha concentración e iba a ser muy complejo volver a entrar en escena. La única manera de interpretarlo era convertirme en el propio personaje. Mario Casas desaparecía. A Rodrigo le gusta rodar de seguido y, cuando terminábamos tomas que duraban 15 o 20 minutos, yo estaba temblando, muerto de miedo. Nos mirábamos y ambos pensábamos lo mismo: no me daba cuenta de a dónde había llegado. “Espera, tío”, le decía a Rodrigo. “Acabo de trascender, no sé dónde estoy. Esto está en el límite, es complicado”. Él me pidió que confiara y me comentó que cuidaría al personaje, tanto durante el rodaje como posteriormente en montaje. Y así sucedió. Fuimos juntos de la mano.
Como ya hicieras en ‘El fotógrafo de Mauthausen’, con ‘Escape’ te has enfrentado a un cambio físico impactante adelgazando ocho kilos. ¿Cómo vives esas transformaciones en tu cuerpo?
Es duro, aunque la que peor lo pasa es mi madre. Emocionalmente, hacer una dieta no es que te ponga de mala hostia, pero sí te lleva a un lugar de obsesión, de tener hambre, de no estar cómodo. Es una capa más que añades al personaje, pero que está ahí, inconscientemente, sin que tú como actor tengas que forzarla. Se expresa de alguna manera… algo que no se puede interpretar. Hay algo en lo físico, en la acción de dejarte barba o de cortarle el pelo, en verme distinto a como yo estoy en mi día a día, que me ayuda mucho a crear el personaje.
Tu personaje hace cosas que son difíciles de comprender y que pueden generar debate. ¿Te ha costado entenderle o empatizar con él?
Hay muchas cosas que no comparto. Al principio, puede hacerte gracia y empatizar con el trauma que ha vivido, pero N es un personaje muy egoísta, a ratos infantil, que corrompe el sistema. Es un tipo violento con una bestia muy oscura en su interior, alguien que no quiere tomar decisiones, sino que la gente las tome por él. Ni Rodrigo ni yo terminamos de entender al personaje y creo que el espectador tampoco le va a pillar. Pero es cierto que, cuando yo he visto la película, me ha encantado. Como actor es complicado verse y analizar un personaje que has interpretado. Pero ‘Escape’ es de las pocas películas que he disfrutado viéndome como espectador.
¿Y cómo has llevado lo de bailar jotas?
Fue muy heavy. Un día, Rodrigo me mandó un vídeo de YouTube y me dijo: “Quiero esto”. Era un minuto y pico de gente bailando lo que se llama una jota extrema, en modo hardcore, como a doble velocidad. Era una locura. “Pero, yo no sé bailar así. No lo podemos hacer”, le decía a Rodrigo. “Me da igual, yo quiero esto”, me respondía. Y yo sin saber cómo íbamos a rodar una jota extrema. La misma coreógrafa comentaba que era la primera vez que lo hacía y que era un tipo de baile complicado incluso para ella. Estuvimos ensayando muchísimo y al final fue increíble. Me lo pasé en grande y es uno de los momentos más locos de ‘Escape’ de los que estoy más orgulloso.
En la primera escena de ‘Escape’, estrellas un coche contra una sucursal bancaria para ser detenido. ¿Cómo fue el primer butrón de Mario Casas en el cine?
Lo que más recuerdo de esa escena es que no me salía la voz. Tuve la suerte de que no fue la primera que rodamos porque estaba completamente afónico. En esa secuencia, hay un momento antes del alunizaje, dentro del coche, en el que parece que mi personaje está hablando con alguien, pero en realidad habla solo. Fue algo deliberado de Rodrigo. Y ese texto al final se convirtió en una especie de ancla para crear cosas que acompañaban al personaje durante toda la película. Es una presentación muy clara que pone toda la carne en el asador para lo que te vas a encontrar después.
Hay otra escena de ‘Escape’ donde tu personaje le da la vuelta al género e intenta entrar a la cárcel… cavando un túnel. Pero, en su camino, se cruza con un preso que se está fugando. Es un momento delirante y magistral.
Surrealista. Nuestras caras se chocaban porque no cabíamos realmente. Es un ‘Papillon’ al revés, una ‘Fuga de Alcatraz’ a la inversa. Había momentos rodando esa escena que no podía seguir porque me entraba la risa y perdía el personaje. Solo podía pensar “¿qué está pasando? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué es esto?”
Claustrofobia en vena, ¿hablaste con Rodrigo Cortés de ‘Buried’?
Le decía tantas cosas… Soy muy pesado. Le pregunté por Ryan Reynolds y me contó que era un tipo fantástico, siempre concentrado y con mucha comedia fuera del rodaje. Pero sobre todo, como justo se iba a estrenar ‘Oppenheimer’, le pedí que me hablara de ‘Luces rojas’ y Cillian Murphy, del que soy muy fan. “Es espectacular”, me decía Rodrigo. “Es un tío super tranquilo, que siempre está en su silla, quieto, sin llamar la atención. Pero cuando entra en escena es una bestia”. Hablaba muy bien de todos los actores con los que había trabajado. En el fondo, creo que esto es así porque todos le respetan y valoran su carácter, su inteligencia y talento.
Si te otorgaran el superpoder del ‘Escape’, ¿de qué situaciones se escaparía Mario Casas?
Quizás de alguna entrevista, no de esta precisamente, pero sí de otras en las que sientes que te están buscando las cosquillas y dices “quiero desaparecer de aquí ahora mismo”. Escaparía de esos momentos porque tienes miedo de meter la pata, de decir algo que no debes o no quieres decir.
‘Escape’ es inclasificable, una mezcla de géneros que confluyen en una especie de thriller carcelario con fogonazos de comedia negra. ¿Os inspirasteis en algún referente más concreto?
Sí que hay algo de ‘El gran Lebowski’, algo de los Coen y de humor negro. A mí me fascina esa palabra: inclasificable. Lo considero un halago. Estoy muy a favor de que un director de cine o un artista plantee una pieza personal, única y diferente. Rodrigo ha hecho la película que quería hacer y que tenía en su mente desde hacía muchísimos años. ¿Qué género es ‘Escape’? Género Rodrigo Cortés. La película te podrá gustar más o menos, pero sabes que es suya, como sabes qué director hay detrás de una película de Quentin Tarantino o de Álex de la Iglesia. Las reconoces porque tienen un vocabulario cinematográfico propio. Y eso me parece muy valiente.
No sé si inclasificables, pero 20 años de trayectoria como actor dan para transitar por muchos géneros y te hemos visto en thrillers, comedias, dramas, taquillazos románticos… ¿Hay algún género en el que te encuentres más cómodo como actor?
La comedia. Es donde más cómodo y mejor me siento, donde más disfruto y siento la interpretación. No es que sean más fáciles, pero los personajes dramáticos son más densos y lineales, y hacer comedia es más satisfactorio porque siempre corres el riesgo de pasarte. Hay algo de curación emocional en ella. Siento que saco más cosas que llevo dentro y no las encierro tanto.
En ‘Las brujas de Zugarramurdi’ estabas pletórico y desatado, no tan encorsetado.
Es que siempre te lo pasas mejor haciendo comedia. Tienes más riesgos, pero lo disfrutas más. Por las películas que he hecho, la gente conoce una faceta mía más seria, pero en los rodajes, antes o después de que digan “corten”, constantemente soluciono las situaciones con comedia. No quiere decir que esté fuera del personaje, sino que hay algo que me recorre por dentro que me ayuda a soltarme y a enfocar algo más dramático. De hecho, siendo un chaval, con 12 o 13 años, aparecí en programas de ‘Cruz y Raya’ y ‘Los Morancos’. La gente que me conoce me dice que soy más comedia que drama o thriller. Y es verdad. Yo soy más el N de ‘Escape’, más el Mario Casas de ‘Las brujas de Zugarramurdi’, que otros personajes que he hecho.
¿Cómo se le queda a uno el cuerpo después de saber que su próxima película va a estar producida por Martin Scorsese?
Fue increíble. Todavía sigue siendo algo muy peculiar. Rodrigo Cortés es un tío que siempre se calla las cosas y, mientras hablaba con él, no nos decía nada. Una semana antes de empezar la película, durante los ensayos, me enteré de que Scorsese iba a ser productor ejecutivo de ‘Escape’. Le había encantado el guion y era muy fan de la filmografía de Rodrigo, especialmente de una película que había visto durante la pandemia: ‘El amor en su lugar’ (2021).
¿Has llegado a conocerle en persona?
No he tenido esa suerte. Rodrigo dice que es majísimo y ojalá tenga algún día la oportunidad de conocerlo y de charlar un rato con él, aunque sea solo para saludarlo. Espero que su participación en ‘Escape’ sea un aliciente para que todavía más gente vaya a ver la película al cine.
¿Sabes si le ha gustado la película?
No ha puesto ninguna pega. Rodrigo se la envió nada más terminarla y todo le pareció bien. ‘Escape’ va a polarizar. Es una película muy personal, muy especial, muy valiente… Un pedazo de arte. Rodrigo ha querido hacer la película que él sentía, no la que gustaría a todo el mundo. Va a polarizar. Y el hecho de que a Martin Scorsese le haya encantado es muy bonito.
¿Hay alguna película de su filmografía que te haya marcado especialmente como actor?
Todas. Es Dios, el padre del cine. Pero me quedo con ‘El lobo de Wall Street’ (2013). Es una genialidad.
¿Qué tiene Rodrigo Cortés como director que no hayas visto en otros cineastas con los que ya habías trabajado y qué has aprendido de él después de una experiencia como ‘Mi soledad tiene alas’, tu primera película como director?
Después de dirigir ‘Mi soledad tiene alas’, un proyecto que cambió mi vida y cambió mi forma de ver el cine, reencontrarme con la interpretación en ‘Escape’, de la mano de Rodrigo, ha sido un regalo. Respeta y ama muchísimo lo que hace. Sabe que está haciendo cine, que está contando una historia y me fascina que ponga el listón tan alto. Al final estamos haciendo arte y todos debemos dejarnos la piel, aportar nuestro granito de arena. Él lo exige y a mí eso me encanta. Un rodaje es algo muy complicado, intervienen más de 100 personas y tiene que haber un referente, alguien que nos guíe a todos para hacer la mejor película posible. Y esto lo hace Rodrigo. Técnicamente es una delicia y lo tiene clarísimo, pero sabe que sin los actores, sin buenas interpretaciones, no tiene película. Antepone el actor a todo lo demás. Si me preguntas qué tipo de director me gustaría ser, lo tengo claro: como Rodrigo Cortés.